Sin Título, 2023, 6” x 6”, acrílico sobre canvas
por Carlos Ortiz Burgos, curador e historiador del arte.
“Fuego, fuego en Bucaná,
que se quema la hacienda, Bucaná
Fuego, fuego en Bucaná,
que se quema la hacienda y la caña…”
-Rafael Cepeda Atiles
Una Historia muy cercana y una espiritualidad que trasciende las religiones hegemónicas se han consolidado en la paleta del pintor Jean “Baco” Ortiz, quien nos llama a reunirnos alrededor de una fogata pintada para contar historias de personas y sucesos que han quedado fuera de la oficialidad. A través de óleos y, cómo no, de carboncillos, el fuego es el elemento pictórico unificador de una muestra que viene a arrojar luz sobre cómo recordar a aquellas personas de las que no nos quedan retratos, ni siquiera sus nombres. Y es que Ortiz tiene bien claras las palabras del historiador Fernando Picó cuando declaró que “La sociedad puertorriqueña no está completa si no se considera también los marginados”.
El fuego es un elemento que ha causado fascinación a la humanidad desde hace unos 400,000 años, fascinación que ha desembocado en diversas prácticas mágico/religiosas. Por mencionar algunas relevantes a nuestras tradiciones: en el sistema de creencias taínas Bayamanaco es el espíritu asociado al fuego, a la confección del cazabe y al rito de la cohoba, por lo que es un dador de vida; en la cristiandad el fuego se utiliza de numerosas maneras, siendo uno de los símbolos principales el Espíritu Santo en el Pentecostés, y por lo tanto, símbolo de la presencia de Dios, mientras que en la tradición Yorubá la deidad asociada al fuego es Changó, quien además está asociado a la guerra. Así tenemos la vida, la divinidad y la destrucción simbolizadas en un solo elemento.
Sin Título, 2023, 5.5” x 8.5”, pastel de óleo y carboncillo sobre papel
Jean “Baco” Ortiz vive junto a su familia en el Barrio La Cuarta, en el mismo terreno donde en siglos anteriores se encontraban los predios de la Hacienda La Fortuna; de modo que la vida cotidiana del artista literalmente añade, lo que la arqueología llama, un nivel de habitación a esa región del sur de Puerto Rico. De esta hacienda nos queda la pintura que realizó Francisco Oller y Cestero en 1885 (actualmente en la Colección del Museo de Brooklyn) un importante legado económico/social y un ramillete de historias orales que Ortiz intenta recuperar, a través de una búsqueda espiritual a través del fuego. Esta búsqueda lleva al pintor al encuentro de unos antepasados anónimos, o quizás debamos decir, de unos ancestros que aún viven en nuestro ser. Es bien sabido que la zafra con quema involucra precisamente el llevar a cabo incendios controlados para luego procesar la caña y obtener el dulce producto del trabajo colectivo. Sin embargo, esta es una labor que fue robada durante siglos, por lo que ahora es reivindicada a través de otro tipo de producción, la artística, como tributo a la Historia de aquellos que no están en las páginas de los libros, o que cuando aparecen, son números en un conteo general.
Hablar de incendios en Ponce en un contexto histórico nos remite al fuego comenzado en el Polvorín ocurrido el 25 de enero de 1899 y que casi quema la ciudad entera. Esto es especialmente cierto cuando notamos que una de las piezas de Ortiz muestra una casita criolla siendo devorada por las llamas. Pero las ventanas estilo Miami de la casita de madera nos ubica en un tiempo mucho más reciente. De hecho, esta obra está inspirada en la plena titulada “Corre Toño” (2021) del conjunto Les Junkys; con semejante título, no podemos obviar la referencia al incendio que destruyó la casa y el taller del artista Antonio Martorell en el año 2006. Pero debemos aclarar que ninguna de estas obras atiende estas instancias particulares. No obstante, sí podemos decir que las piezas en esta exposición se tratan de pinturas que pertenecen al género pictórico de la escena histórica, aunque entre ellas haya algunos retratos. Aun cuando las escenas no se refieran a momentos exactos e incluso cuando no narren eventos documentados, Ortiz pinta instantes espectrales de la vida del pueblo de Ponce a partir de su experiencia vivida y su relación con su lugar de origen.
Sin Título, 2023, 5.5” x 8.5”, pastel de óleo y carboncillo sobre papel
Sin Título, 2023, 5.5” x 8.5”, pastel de óleo y carboncillo sobre papel
Sin Título, 2023, 5.5” x 8.5”, pastel de óleo y carboncillo sobre papel
Del mismo modo que la figura del vejigante ha dejado atrás su sentido de demonio o espíritu maligno y se ha convertido en un símbolo de la cultura puertorriqueña y de la importancia de nuestra raíz africana, Jean “Baco” Ortiz nos invita a dejar ir la demonización de las creencias espirituales afrocaribeñas y a afirmar nuestra negritud y nuestra afro-descendencia. Tal como la 1ra Carta del Apóstol Pedro en el capítulo 1, versículo 7, estipula que la fe se purifica, como el oro, a través del fuego, las personas que habitan las pinturas de esta muestra han pasado a través del crisol de la candela, y nos han legado una cultura viva, como las llamas.
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