Por Edwin Velázquez Collazo/ artista, curador y crítico de arte (AICA-USA / Asociación Internacional de Críticos de Arte de Estados Unidos)
Como una procesión al igual que El Entierro de Cortijo me encamine hacia los recintos del espacio emergente Pública de Santurce, único pueblo fundado por negros en la isla, para ver la obra reciente del joven aprendiz a chamán del arte kivan Quiñones Beltrán que allí se exhibe.
Observaba la obra de este joven artista afrodescendiente cangrejero a través de las redes sociales y desde entonces trato de seguir su rumbo en nuestro panorama del arte. Esta vez me enfrentaba a ella como un aficionado creyente con la única protección de disfrutar una experiencia artística así como la fe de percibir un prometedor artista emergente.
La realidad es que la organización del cosmos de Kivan te seduce desde que te adentras a su mundo espiritual distribuido en esta amplia sala de exposiciones de techo alto y una atmósfera íntima. Un camino autobiográfico trazado por lecturas y vivencias actuales o de su niñez dentro de un seno familiar donde se practicaba una religiosidad afro a la vez de un sincretismo católico.
Así como Elegguá abre y cierra los caminos en la santería, Kivan nos comparte las puertas de su caminar entre arena, láminas, figuras, texturas, máscaras los cuales nos ayudan a comprender el camino hurgado para comprenderse a sí mismo como artista que no teme al riesgo de la exploración. Este sacerdote de lo íntimo nos ofrece las llaves divinas así como la capacidad de adentrarnos a un viaje de lo sagrado del objeto.
En definitiva, a través de esta obra reciente bajo el título de “Power Figures”, Kivan comparte este análisis introspectivo de lo que es la construcción de su ser espiritual así como las influencias del mismo.
Al final solo nos queda abrir nuestras puertas al igual que las de él.
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