El Metropolitan vuelve a rematar nuestro pasado

Por: Carlos Martínez Palmer


Hace alrededor de cincuenta años el Metropolitan Museum of Art presentó una exhibición en Nueva York titulada ‘La herencia artística de Puerto Rico’, con una sala repleta del mejor arte aborigen boricua. Recuerdo muy bien aquella muestra de alrededor de 35 piezas cuidadosamente seleccionadas de entre las más importantes colecciones en Puerto Rico y Estados Unidos; objetos destinados al culto, la guerra, la indumentaria, el adorno corporal, y utensilios de uso doméstico, entre los que se encontraban ídolos de tres puntas, carátulas, hachas, cinturones, asientos y amuletos (todos en piedra), junto a diversas piezas fabricadas en cerámica, madera y caracol. En aquella exhibición las piezas eran descritas superficialmente, con un mínimo de detalle (cemí, vasija, cinturón, etc.), igual cómo se describen hoy el mismo número y género de piezas que conforman la nueva exhibición inaugurada hace unas semanas, por lo que debemos suponer que en cincuenta años poco se ha adelantado en materia de curaduría y/o conocimiento del significado de las piezas exhibidas. ¿Por qué digo esto? Sucede que ambas muestras coincidieron en presentar una misma vasija cerámica representando a un murciélago (figura 1), que fuera descrita en 1973 como “vasija de barro precolombina de Puerto Rico”, mientras que en la exhibición más reciente es descrita como “vasija en forma de una figura antropomorfa”. ¿Nada más pueden decir los expertos del Metropolitan sobre el significado de ésta y las otras piezas exhibidas? ¿Cómo es que en otras exhibiciones, el museo identifica a dioses griegos como Eros, o los detalles que puedan diferencian las esculturas de Atenas y del Minotauro, y en esta exhibición las piezas permanecen mudas?





A riesgo de sonar petulante, voy a ofrecerles aquí una guía hipotética muy sencilla para identificar algunos de los personajes representados en los objetos arqueológicos de esta exhibición titulada ‘Arte del Mar: Artistic Exchange in the Caribbean’ actualmente en el Metropolitan hasta el 10 de enero del 2021. Me limitaré a señalar aquellos rasgos simbólicos que puedan reflejar una conexión con deidades de la mitología caribeña; así, por ejemplo, si dos figuras presentan un mismo ícono del huracán (la espiral sigmoidea), pero una de éstas lleva además el símbolo femenino de la vulva, contrario a otra que lleva la representación de un pene, estaríamos suponiendo entones que la primera pueda corresponder a ‘Guabancex’ señora de de los cuatro vientos huracanados, mientras que el otro personaje sería uno de sus ayudantes varones: ‘Guataubá’ o ‘Cuatrisquie’; el primero, encargado de desatar los truenos y relámpagos que anunciarían el arribo de la señora huracán, y el segundo, que completaba la destrucción masiva, con el desbordamiento de ríos y quebradas, luego del paso de los vientos. Los icono-símbolos de cada pieza los hemos identificado (en color negro) en la parte superior de las fotos a color.




Vasija cerámica que presenta a un personaje murciélago con las extremidades delanteras transformadas en alas, a base de cuatro dedos alargados y unidos con una fina membrana de piel entremedio que le permiten volar.



Las espirales sigmoideas talladas en el espaldar de este asiento ceremonial en madera las asociamos con varios personajes mitológicos relacionados con el evento atmosférico del huracán. La cabeza y las cuatro patas del asiento (sólo dos permanecen intactas) identifican la pieza como una figura humanoide. ¿A cuál de los personajes mitológicos huracanados representaría este asiento?



La cabeza en la parte frontal del asiento lleva el símbolo de la vulva tallado en la nuca, asociándole con el personaje femenino de ‘Guabancex’ señora de los vientos huracanados; nótese que la vulva está acompañada de una espiral sigmoidea a cada lados, reafirmando así su conexión con el símbolo femenino.


Las dos espirales sigmoideas talladas en la gorra tejida de esta figura nos permite asociarla con varios personajes mitológicos relacionados con el evento atmosférico del huracán. ¿Será ‘Guabancex’ —señora de los vientos huracanados, o será uno de sus dos ayudantes varones?



Además de las espirales sigmoideas de la gorra, esta figura lleva, un prominente falo tallado entrepiernas, que le identifica como uno de los ayudantes varones de la señora del huracán. ¿Acaso será ‘Guataubá’ o ‘Cuatrisquie’?


La dentadura y el torrente de lágrimas sobre las mejillas de este ídolo de la cohoba le asociarían seguramente con las lluvias torrenciales y el desbordamiento de los ríos, que caracterizan al personaje de ‘Cuatrisquie’, ayudante de la señora del huracán, “colector y gobernador de las aguas, que las recoge en los valles entre montañas y después las deja correr para que destruyan el país” —según explicaran los indios a un cronista español. ¿Y cuál sería el significado del ícono entre los ojos del ídolo? ¿Acaso corresponde al ícono de la Madre Tierra?



La figura humana de este asiento ceremonial hecho en madera lleva una gorra con juegos de espirales sigmoideas, que la asocian con varios personajes mitológicos relacionados con el evento atmosférico del huracán. ¿Será ‘Guabancex’ —señora de los vientos huracanados, o será otro de sus ayudantes varones?




Este asiento ceremonial tiene rasgos simbólicos adicionales que nos ayudan a identificar el personaje mitológico que representa: el falo entrepiernas, y la extraña posición de sus piernas en ángulo obtuso, apuntarían a una conexión con el señor de los truenos y los relámpagos —‘Guataubá’— el pregonero (o heraldo) encargado de anunciar el arribo de la señora huracán.



Este asiento ceremonial en madera (muy deteriorado) con juegos de espirales sigmoideas tallado en el espaldar y con el símbolo de la vulva femenina al centro de la talla, se asocia con el único personaje femenino relacionados con el evento atmosférico del huracán —‘Guabancex’, señora de los vientos huracanados.





El panel tallado en este asiento ceremonial estaba casi irreconocible, habiendo perdiendo hasta un tercio de su decoración. Sin embargo, mediante un análisis minucioso de la pieza se ha podido reconstruir el diseño original, que permite reconocer los juegos de espirales sigmoideas y el símbolo de la vulva al centro.




Este asiento hecho en piedra lleva la cabeza y las patas delanteras de una iguana (no de una tortuga como se ha identificado anteriormente), y en el espaldar lleva tallado un diseño abstracto Jpicamente taíno —que hemos asociado con el término ‘Iguanaboina’, que significa Iguana-Serpiente Parda, metaforización que evoca la cresta dorsal de la iguana como rayos de luz solar (el buen tiempo), junto con la forma serpentina ondulante en zig-zag de las nubes cargadas de lluvia; de ahí que el Señor del
Buen Tiempo y su gemelo el Señor de la Lluvia se venerasen juntos en esta pieza de la Iguana y la Serpiente Parda.




Según el mito de Iguanaboina, los taínos rendían culto a una pareja de gemelos: ‘Boinayel’ (hijo-de-boina-la Serpiente Parda) y ‘Márohu’ (el sin nubes, o Señor del Tiempo Despejado). Uno de estos cinturones en piedra hace referencia a esta pareja de hermanos que, como mediadores entre las fuerzas opuestas del sol y la lluvia, contribuían a que las cosechas rindieran sus mejores frutos. El otro cinturón presenta no una, sino dos parejas de hermanos gemelos, lo que le asocia con el otro personaje mitológico de la Madre Tierra (Itiba Cahubaba), señora paridora del género humano, que murió al dar a luz sus cuatrillizos. En ambos cinturones se puede apreciar el ícono de la vulva, a un extremo del panel tallado.




Por último, la exhibición presenta dos piezas identificadas como mamiformes, es decir, con forma de senos femeninos —un símbolo utilizado por el pueblo taíno para representar la fertilidad de la Tierra y la de sus habitantes. Yucahú, deidad principal de los taínos, está representado en las tres puntas del ídolo mamiforme que hace referencia a los nudos que se alternan en el tronco de la planta de la yuca, mientras que en la postiza mamiforme, los senos femeninos se combinan con un cuello fálico rematado con el símbolo de la vulva y de gemelos, representaciones de la fertilidad sexual masculina y femenina, respectivamente.