Vista de la exposición en Galeria Space
Por José Correa Vigier, curador e historiador
Ser artista conlleva múltiples compromisos. La
disciplina de la ejecución, la búsqueda de la excelencia mediante el arte y la
constante evolución personal son parte integral del perfil de un artista
consumado. Los autores buscan ese crecimiento y, a menudo, lo encuentran en el
apoyo de otros creadores que los antecedieron.
Esta exposición trata de cómo se intercambian
las experiencias que impulsan el crecimiento artístico. También, de la manera
en que las generaciones anteriores inspiran las venideras.
Si comenzarlo todo sería analógicamente como
arrojar una piedra al agua, ese primer estallido de ondas concéntricas tendría
nombre y apellido; en este caso, María Luisa Penne de Castillo. Ponce, (1913-2005)
De las artistas que integran esta muestra, dos
de ellas —Noemí Ruiz y Susana Herrero Kunhardt— encontraron en María Luisa
Penne de Castillo una fuente inagotable de apoyo. Penne de Castillo fue una
fortaleza para artistas con potencial de desarrollo. En un Puerto Rico de
oportunidades limitadas, Penne de Castillo se ocupaba de identificar y apoyar
los creadores que percibía como promesas artísticas. Así lo hizo con Herrero y
Ruiz. Se les acercaba y les invitaba a participar, a unirse y a explorar el
mundo del arte. Esta exposición es también un reconocimiento a su labor
docente, su generosidad y su marcado entusiasmo por las artes
María Luisa Penne de Castillo diseñó e
implementó el currículo de la sección de bellas artes en la Universidad
Interamericana de San Germán y en el Recinto de Mayagüez de la Universidad de
Puerto Rico. Entre ambas instituciones, hubo un periodo de 40 años —desde 1940
hasta 1980— de dedicación a la docencia y al desarrollo de artistas y centros
de arte en la isla. Con una carrera académica impresionante, ella se graduó del
Pratt Institute de Nueva York en 1935; posteriormente, del Recinto de Río
Piedras de la Universidad de Puerto Rico, y continuó sus estudios doctorales en
Columbia University, en Nueva York.
Anna Nicholson Rivera hereda de Susana Herrero
las enseñanzas en la disciplina de la gráfica y, a su vez, es recipiente del
saber que Penne de Castillo depositó en Herrero. Este patrón delinea un esquema
de relevo generacional que se renueva constantemente.
Por ser precisamente el medio gráfico donde
experimentaron más profundamente con técnicas, grados y colores, cada artista
en esta muestra está representado por seis piezas gráficas y una pintura.
En el caso de Noemí Ruiz (Mayagüez,1931), la
gráfica es un campo de constante búsqueda en cuanto a técnicas y experimentos,
con el que logra texturas variadas. Las figuras orgánicas que estuvieron
presentes desde el comienzo de su producción se repiten en trabajos gráficos y
alcanzan una mayor resolución en los detalles. Los hilos y el perímetro que
recorren las líneas muestran mayor definición y precisión. La artista también usa la técnica del gofrado
para añadir profundidad al papel al momento de imprimirlo. Las superficies
dentro de las cavidades que plasma en el papel son accidentadas y evocan las de
semillas o astros. Hay en las
obras de Noemí Ruiz una promesa en ruta de consumarse.
Inspirada por la naturaleza que la rodeaba y
las formas orgánicas que descubrió en la playa,
formó un sólido catálogo de imágenes que posteriormente discurrirán en
sus trabajos. Sus piezas altamente trabajadas parecen nacer de un proceso
tortuoso sin embargo se muestran en narrativas líricas que fluyen a la vista
sin mayor esfuerzo. En trabajos gráficos tempranos se percibe experimentación y
juegos orgánicos con marcada influencia del biomorfismo. En la pieza Explosión.Naturaleza
Ruiz ensaya las técnicas del
aguafuerte y el gofrado, y consigue una sorprendente composición que alude a
criaturas marinas vistas desde una perspectiva dual.
En 1977 adquirió la tecnología New Art Form, para realizar impresiones serigráficas.
Mediante un procedimiento de succión, dicha máquina es capaz de imprimir varios
colores simultáneamente. Ruiz luego usaría esta herramienta para la impresión
de piezas clave de su producción. Obtuvo texturas que simulan petroglifos y
superficies de granito con ricas cualidades pétreas. También consiguió acabados marmoleados de varias
tonalidades. En 1984, fue invitada a participar del Portafolio de Artes
Gráficas Panamericanas (AGPA), donde los más destacados exponentes del grabado
expusieron sus obras. En esa muestra, Ruiz incluyó la pieza titulada Germinación, con la que llevó la técnica
de la serigrafía y las aplicaciones de color marmoleado a su más alto nivel.
La pintura de Noemí Ruiz que incluimos en esta
muestra se seleccionó por varias razones. Primeramente, 1967 es un año
determinante en la vida de la artista, pues en él se aprobó su propuesta para
crear una especialidad de educación de las artes en el Recinto de San Germán de
la Universidad Interamericana. Recordemos que las tres autoras que incluimos en
esta muestra, además de ser artistas, también dedicaron gran parte de sus vidas
a impartir la educación de las artes.
Presencia, 1967, (obra a la izquierda) representa una configuración de círculos inconclusos que
ascienden hasta el extremo de la composición. Las tonalidades rosadas y
amarillas tenues reflejan en los colores blancos diversos prismas que añaden
dimensión al drama intrínseco de la pieza.
Susana Herrero Kunhardt también fue discípula
de María Luisa Penne de Castillo. Como mentora, identificó en la joven artista
una capacidad innata para el dibujo y la composición. Herrero Kunhardt nació en
Nueva York en 1945 y, en 1946, regresó con su familia a Mayagüez, donde residió
permanentemente. Tras graduarse del Recinto de Mayagüez de la Universidad de
Puerto Rico en 1967, completó una maestría en la Universidad de Missouri en
Columbia, MO, en 1970. Herrero se dedicaba mayormente a la gráfica, la cual
ganó auge en Puerto Rico durante la década del 70 debido a la celebración
recurrente de la Bienal del Grabado Latinoamericano en San Juan. Sin embargo,
es importante notar que la artista se dedica mayormente a explorar la gráfica a
través de la litografía.
De los medios gráficos empleados por artistas
de la isla, fue la litografía la disciplina a la que los artistas rehuían con
más pavor. Esto se debía, básicamente, a que la técnica de impresión en una
superficie pétrea requiere elementos como goma arábiga y ácido nítrico para su
compleción. Ello hacía del proceso uno altamente tóxico y trabajoso. Además, el
resultado final de la manipulación de la imagen y la terminación era tan
impredecible que los autores carecían del control necesario para completar los
trabajos a su gusto. Herrero Kunhardt, por alguna feliz predisposición
—acompañada de tenacidad y mucho estudio—, maneja la técnica de la litografía
con destreza incomparable. De nuestros artistas, es irrefutable que ella ha
llevado la litografía a su más alto nivel, incluso fuera de nuestras costas.
En conversación sostenida con la artista me
comenta como durante un
viaje a su exhibición individual en Holanda en 1990 conoció parte de su familia
alemana de Hamburgo. En casa de sus parientes pudo apreciar una impresión
litográfica de su familiar directo, Otto Kunhardt quien en 1804 elaboró su
autorretrato en una piedra el cual imprimió después en uno de los primeros
talleres de litografía de Alemania.
El tema que predomina en el catálogo de
imágenes de la artista es la figura humana. El estudio clásico del desnudo en
la obra de Herrero Kunhardt permite notar la marcada anatomía en toda su
magnificencia. Los escorzos, contrapostos… en fin, el canon de la belleza y
armonía clásica es explorado por la artista en sus múltiples gráficas. Sin
embargo, el tratamiento en sus desnudos va mucho más allá de un simple estudio
anatómico: también carga sus sujetos de un intenso sentimiento anímico. En las
piezas de Herrero Kunhardt, lo que a primera vista nos parece un desnudo va
adentrándonos en la complejidad psicológica de los seres que las habitan.
Manifestacion de Soledad
Lo anterior se refiere a que se ha escrito
casi exclusivamente sobre la desnudez de las obras de Herrero Kunhardt, pero,
en sus vocablos más reflexivos, los sujetos de esas piezas hablan de
complejidades mucho más profundas. La autora navega por sentimientos como el
miedo, la angustia, la soledad, el
desplazamiento y, claro, el erotismo, la pasión y la vida misma.
Los planos que sirven de escenario en las
piezas de Herrero Kunhardt también se muestran desnudos. Son superficies
blancas en su totalidad, carentes de elementos decorativos o innecesarios. Este
tratamiento obliga al ojo a enfocar los sujetos directamente. La autora crea
nuevas anatomías que reflejan la complejidad del ser humano. En los cuerpos
anudados de los sujetos, a menudo los rostros son invisibles, pues en la manera
que los contemplamos, simultáneamente, nos identificamos.
El universo artístico de la autora es
antropocéntrico: toma al cuerpo como objeto de su mirada y remite al ideal que
ve en su desnudez la cumbre de la representación humanista. Frecuentemente se
enlazan los sujetos en relaciones binarias. A veces es preciso dedicar tiempo a
identificar los elementos corpóreos, pues los enlaces revelan una conexión tal
que ambos cuerpos se hacen uno. Estas imágenes son universales. Las obras de Herrero
Kunhardt pueden apreciarse con igual intensidad en cualquier lugar o momento
histórico.
Es mediante este concepto que también se
manifiesta parte de la obra gráfica de Anna Nicholson Rivera, la tercera de las
artistas presentadas en esta muestra. Ocupa este espacio por ser una de las más
notables discípulas de Susana Herrero Kunhardt. Con su mentora aprendió las
técnicas del grabado, tales como los relieves en cuatricromía, la colografía,
el intaglio sobre zinc y el Chine collé.
Nicholson nació en Aibonito en 1964. En 1988,
se graduó del Recinto de Río Piedras de la UPR, donde realizó un bachillerato
en pintura y grabado. Posteriormente, hizo estudios superiores y de posgrado en
México y Argentina: en 1992 y 1994, respectivamente. Ella eligió la colografía
como el medio primordial para realizar la mayor parte de su obra gráfica. Sus
temas se desplazan entre el paisaje urbano, la naturaleza y la imagen de la
mujer. Cuando nos acercamos a las piezas de Nicholson, saltan a la vista el
grado, la textura y el color. Estos elementos son persistentemente notables en
sus colografías y añaden una dimensión adicional al resultado final. Las ricas
texturas que logra la artista mediante la impresión de materiales encontrados
estampan una huella de antigüedad en la ejecución de sus trabajos.
Así lo logra consistentemente, manteniendo un
nivel óptimo y coherente en su trayectoria de producción plástica. Silvia ante los espejos, (obra a la izquierda) es una pieza temprana de la artista que
tiene el cuerpo como eje principal de la composición.
Hay cuadrángulos que circundan al sujeto,
crean ventanas en su interior y abren horizontes en el plano de la pieza.
Llaman la atención el color verdoso del cuerpo y las nervaduras que crepitan
por todo su perímetro. A pesar de la quietud existente en Silvia, las múltiples miradas quedan envueltas en su epidermis viva
y sus nervios de follaje.
La técnica de la colografía incorpora todo
tipo de elementos y texturas a la matriz de impresión. Una vez formada la
plancha, se procede a imprimir el papel mediante presión mecánicamente. Por esa
razón, ver una colografía es tan gratificante. Al observar de cerca,
descubrimos todo tipo de objetos y superficies familiares que dejan un facsímil
táctil sobre el papel. Esta narrativa es un léxico que Nicholson domina
plenamente, no solamente para crear un paisaje de ricas texturas, sino para
usarlas simbólicamente en sus trabajos.
Piezas como Abrazo a la esperanza desnuda nos invitan a reflexionar sobre la naturaleza y el espacio que el
ser humano ocupa en ella. Las hojas se convierten en protagonistas y, a la
sombra de su protección, se cobijan sentimientos que nos arropan como una
bendición.
Floresta, de 1993, es una pieza de
gran formato donde están presentes tanto la luz como la sombra en perfecta
armonía. Las pinturas de Nicholson son una celebración de los colores y las
formas. A pesar de ser sumamente difícil lograr un balance entre lo dramático y
lo sutil, la artista logra un trabajo de gran excelencia compositiva. En esta
pieza están presentes los colores profundos que surgen como gruesos filamentos
desde los límites del soporte. Desde abajo, una vez más, nace la naturaleza que
invade gran parte de la pieza, al igual que la luz que irradia su totalidad.
Referencias:
- Cross, Fernando & Moreira, Rubén. Noemí Ruiz y su espacio en el tiempo. San Juan, Puerto Rico:
Museo de Arte Contemporáneo, 2007.
- García Gutiérrez, Enrique. Susana Herrero Kunhardt. San Juan,
Puerto Rico: Editorial del
Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1990.
- Miller, Jeannette. Noemí
Ruiz y la poesía visual del trópico. San Juan, Puerto Rico:
Universidad Interamericana de Puerto Rico, 1996.
- Tió, Teresa. 24 de Febrero de 1999. De casas, Madres y Ceremonias.
El Reportero, San Juan, Puerto
Rico. Cultura, Pag. 3.
La exposición se presenta en la Galería Space localizada en Galería San Patricio 104, Calle Tabonuco B-5, Guaynabo, Puerto Rico (Entrada por Red Mango). Información: Sr. Manuel Vázquez 787-397-6395
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