MECA (Mercado Caribeño) International Art Fair
Por Luis Cotto Román
Luego de esperar durante meses con gran expectación el
ofrecimiento que presentaría al público puertorriqueño amante del arte la primera
edición de MECA, finalmente la misma se materializó ante nuestros ojos desde el
jueves, 1 de junio, hasta el domingo, 4 de junio de 2017. Si logramos
desentendernos por un momento de la compulsión comparativa que inevitablemente
aloja en nuestras mentes el recuerdo de la celebración de CIRCA ya hace casi
una década, podremos mirar con entusiasmo futuras ediciones de MECA. De ser
afortunados de presenciar nuevas ediciones en los próximos años, quizás lleguemos a la conclusión de que el
nombre escogido para el evento pudiera ser el más apropiado, pues como sugiere
el mismo, esta feria podría llegar a ser escenario de un productivo mercado
caribeño del arte; centro de mayor apogeo de la actividad mercantilista de las
artes en la Isla, y punta de lanza de un esfuerzo coordinado y pensado de
turismo cultural; o, como pudo haber sido para sus organizadores, el destino
final de una Hégira invertida.
Aunque la sede de MECA carece de la fastuosidad del
Centro de Convenciones que sirvió de hogar a CIRCA, resulta innegable el
encanto arquitectónico, el garbo y elegancia del Conservatorio de Música, bello
edificio que, dada su cercanía a la hermosa vista de la Laguna del Condado que
en horas de la temprana tarde del sábado pudimos apreciar al darnos cita allí
por primera vez, hace más agradable la experiencia de contemplación. Es justo
aclarar que esta apreciación no persigue en modo alguno restar importancia a la
muy meritoria gesta de CIRCA, y el esfuerzo vanguardista que representó en
nuestras artes. Antes bien, reconocemos que el recuerdo de la experiencia de
CIRCA nos mantuvo con hambre por un nuevo evento de este tipo, y recibimos como
una bocanada de aire fresco la iniciativa de MECA, la cual quedó acentuada con
la muy real y refrescante bocanada del airede la costaque se podía aspirar
desde el momento de la llegada del visitante al estacionamiento del
Conservatorio de Música. Debido a la cantidad de salones que alojaba cada uno
un limitado número de espacios de exhibición, el visitante podía sentirse en
plena complicidad con la actividad artística allí desplegada y, por la
configuración del espacio, resultaba ciertamente algo natural el dispensarle a
las obras el tiempo y consideración que merecían. El protocolo de abrir la
puerta y saludar en un espacio íntimo y acogedor a quienes servían de anfitriones
de cada espacio, contribuyó, en nuestra apreciación, a promover el diálogo y la
cercanía del espectador con unas obras que éste no podía despachar tan
fácilmente.Eso, nos parece, convirtió la experiencia en una más grata y completa.
Además, al no ser abrumadora la cantidad de expositores,
pues se trataba de unos poco más de treinta (30) entre galerías locales,
internacionales y proyectos especiales, se minimizaba el efecto pernicioso en
la mente y los sentidos del espectador del cansancio visual, muy común en
eventos artísticos en que, desafortunadamente, no se pondera con la debida
sensatez la importancia de no fatigar al visitante. Si a ello agregamos que a
cada salida de los salones, y su paso al próximo, el olfato del visitante quedaba
embriagado con el olor a salitre, y que contaba con la opción de dirigirse al
final del pasillo para deleitar su vista con el espectacular paisaje del
Atlántico en lontananza, o al acortar el campo de visión se encontraba con la
consustanciación de lo marino y lo urbano, podemos concluir que el efecto
terapéutico para el visitante fue dual: el de la apreciación estética de las
artes plásticas, y el de la desbordante experiencia estética de las bondades y
encantos de un ambiente natural que conspiró para hacer la experiencia una
inolvidable.
No sería justo ignorar en mis impresiones sobre MECA la
profunda sensación de sentirme bienvenido al recibir el cálido saludo de
Mariángel Gonsales, Productora y “Project Manager” de la feria. Un detalle
simple, pero tan importante como ese, puede hacer una enorme diferencia en la
actitud que decida asumir el espectador en eventos de este tipo. El elegante
detalle personal de Gonzales me comunicó de manera elocuente que este proyecto
le importa mucho a ella y a los fundadores de MECA y que, mientras en épocas
aciagas y decadentes en lo material hay quienes extinguen sus energías y, de
paso, extinguen las de otros, en proclamar la irremediable debacle social y
económica que nos aguarda, hay quienes, sin embargo, ponen sus miras en
proyectos en los que creen con convicción y no permiten que el fatalismo y el
desánimo corten las alas de un vuelo que merecen remontar a grandes alturas. Se
trata de un proyecto optimista y ambicioso, pues las ferias de arte son el
escenario cumbre de las galerías, cuyo objetivo es vender arte. Es, por tanto,
el esfuerzo de MECA uno valiente en un clima económico de estrechez, en que el
arte es percibido generalmente como un lujo. El objetivo de MECA, pues, es
atraer al público comprador de arte para sacudirlo del marasmo de la cautela
excesiva y que actúe con la seguridad de que nuestra cita con el crecimiento
económico resultará en una feliz unión con éste. Eventos de este tipo hacen
falta y merecen ser apoyados.
Luego del breve encuentro con Mariángel, mi parada
inicial en lo que sería mi recorrido por la feria, fue en el salón donde estaba
la muestra de Embajada (San Juan) y Marlborough Contemporary (New York y
Londres). En la sección de Embajada, mis ojos se posaron sobre las atractivas y
lúdicas esculturas de colillas de cigarrillo de Jesús “Bubu” Negrón, que
dialogaban fluidamente con encantadores dibujos en pequeño formato de un cariz
simple y primitivista, con el atractivo característico del estilo directo y
refrescante de Negrón, que presenta, con una innegable influencia del
movimiento Pop, objetos del diario vivir. En la sección de
Marlborough Contemporary, me deleité en la poderosa abstracción de un artista
cuyo nombre, desafortunadamente, nadie me pudo decir cuando pasé el sábado. Ello
no me impidió disfrutar de ese manto azul grisáceo con sugerencia de formas
corpóreas que, dada su difuminación, irresistibles aguadas y el maridaje de
azul, negro y blanco, dotaban la pieza de un misticismo sobrecogedor y agarre
en la siquis.
Obras de John Riepenhoff / Marlborough Contemporary (New York y Londres)
Debido a que me frustró la falta de conocimiento sobre
un elemento tan básico como la identidad del artista de la obra abstracta que
acabo de destacar, además de que quería conocer un poco más sobre la propuesta
de Negrón en el espacio de Embajada, y de otras propuestas que tuve que
apreciar de manera algo apresurada el sábado, me propuse visitar la feria también
el domingo. Fue en esta segunda visita que tuve el placer de conversar con el
talentoso artista plástico Christopher Rivera, quien trabaja con
Marlborough Contemporary y quien, muy gentil y entusiastamente, aclaró mis
dudas. Así, pude conocer que el autor de la abstracción que tanto me había cautivado es
John Riepenhoff; que recién participó en la Bienal de Whitney; y que la razón
por la cual ejercía un efecto tan poderoso en mis sentidos la abstracción que
tenía allí expuesta, era por la manera en que había concebido producir la
misma, pues me explicó Rivera que dicha pintura pertenece a una serie del
artista que se conoce como “Plein Air Paintings”, cuyas obras el artista
produce en noches en que no haya nubes visibles en el firmamento, de modo que destaquen
los puntos luminosos de las estrellas. Así, el artista acomete la tarea de
trabajar con la escasísima iluminación natural que la noche pueda ofrecer. Es
en esas circunstancias que el artista da forma a sus observaciones en las
penumbras.
Obras de Jesús “Bubu” Negrón / Embajada (San Juan)
En cuanto a los dibujos de Negrón, Rivera también pudo
brindarme valiosísima información que me permitió apreciar mejor su propuesta,
pues tanto las esculturas de las colillas de cigarrillos, como sus dibujos,
reflejan su experiencia en China, donde el artista hizo residencia. Según me
explicó Rivera, distinto a esculturas previas de colillas por las que Negrón es
ampliamente conocido, las que presentó en MECA tienen diversos colores,
representando los diversos colores del papel para envolver los cigarrillos que
Negrón observó en el país asiático. Sus esculturas exhiben, además, caligrafía
china. En cuanto a los dibujos, Negrón originaba los mismos en su teléfono
celular, utilizando alguna aplicación que desconozco, para lograr comunicarse
con los habitantes de dicho país. Así, por ejemplo, elaboró dibujos que le permitían
expresar su origen nacional; preguntar dónde podía enchufar su teléfono celular
para cargarlo; en qué sitio podía conseguir jugo de china o naranja, entre
otras necesidades de comunicación que le planteaba su estancia allí. Negrón
hizo impresiones limitadas de sus dibujos, las cuales se ofrecían en la feria a
doscientos dólares ($200) cada una.
El espacio de National, proyecto local de Melvin
Martínez, exhibió, no solamente su trabajo, sino las propuestas de Gamaliel
Rodríguez y Rabindranat Díaz, con la reciente incorporación del veterano y
experimentado artista Jorge Zeno. La presentación del espacio exhibía como
protagonista una pared tipo instalación con obras de Melvin Martínez en
diferentes medios y estilos, que dialogaban fluidamente unas con otras.
Pinturas en su densamente matérico estilo ya característico, se conjugaron con
obras en papel en que combinaba imagen y palabra en la mejor tradición
cartelística, dando paso a una propuesta multiforme y atractiva que atrapaba al
espectador por su variedad y cambio de lenguaje plástico de una a otra de las piezas
que conformaban su instalación. En el suelo, hábilmente colocada, se podía
apreciarla diestra e impactante obra de Gamaliel Rodríguez de objetivos aéreos,
siguiendo la temática militar y de guerra que durante años ha explorado el
artista bayamonés. En una de las paredes se encontraban refrescantes obras de
Rabindranat Díaz en que representó a boxeadores, en un dualismo interesante,
pues sus obras exhibían el contraste entre la sugerencia de la violencia que se
deriva de los guantes de boxeo, con la serenidad en los rostros de los púgiles,
sus miradas inocentes, y sus cuidadosos peinados. Dichos rasgos, unidos al fondo
blanco en que se manifestaban, diluían la posible violencia que se asocia con
la actividad pugilística. En la pared opuesta, se podían apreciar obras en
pequeño formato de Jorge Zeno, con colores brillantes, la utilización de aerosol,
y elementos que evocaban a Harring, Miró y Matisse. El espacio de National fue
uno hábilmente organizado y visualmente atractivo. Su anfitrión, Jorge Frontera, aparte de hablar
muy informadamente sobre las obras, destacó la buena organización de la feria,
el entusiasmo e interés del público, y contestó con paciencia y amabilidad cada
pregunta que le formulé.
Obra de Julio Suárez / Agustina Ferreyra (San Juan/México)
Agustina Ferreyra (San Juan/México), exhibió dos
portentosos lienzos de Julio Suárez, en su finísimo y sutil minimalismo,
consistentes en campos monocromáticos de color, en verde y gris, ambos
atravesados por una línea vertical que se alzaba sobre la superficie plana,
evocando los “zip paintings” de Barnett Newman, pero con un elemento
tridimensional. Sus lienzos reflejaban una serena pulcritud y el despliegue de
una atractiva simetría acentuada por sus bordes blancos.
Obra de Seth Bogart / Mission (Los Angeles)
Mission (Los Angeles) presentó en su espacio pinturas y
esculturas de Seth Bogart, en un estilo Neo-Pop de brillante paleta, causando
un particular impacto sus esculturas en cerámica representando productos de
consumo, tales como latas de refrescos, cepillos de diente con pasta simulando
la colorida “Aqua Fresh”, y hasta guineos a medio pelar. Su propuesta trajo a
mi mente el Arte Pop de Andy Warhol y las esculturas blandas de ClaesOldenburg.
El proyecto especial “Green Go Home” (Tailandia/Vietnam),
según me explicó Laura Rivera, encargada del espacio, es una iniciativa de
RirkritTiravanija y Tomas Vu en que los artistas exhibieron fotografíasde figuras
locales,siguiendo su ya conocida propuesta de hacer lo propio en cada país que
visiten que tenga en su historia
períodos de intervención militar, principalmente norteamericana. El conjunto de
retratos de conocidos rostros de figuras de impacto en el devenir histórico de
la Isla, tiene el efecto de crear intimidad con el espectador y promover en
éste que se plantee con seriedad, y reflexione, sobre el problema denunciado. En
dicho espacio, hubo en varios momentos durante la feria actividades de impresión
de camisetas con mensajes inscritos en planchas, tales como: “El Odioso Olor de
la Verdad”, “El Mar que Ves no es el que Otros Verían”, y “Soñamos bajo el
Mismo Cielo”.
Por su parte, Roberto Paradise, de Francisco “Tito”
Rovira, otro de los exhibidores locales, presentó collages del artista de performance Freddie Mercado, quien recreó
varios de los personajes que ha trabajado a lo largo de su carrera. Compartió
con Mercado el espacio de Roberto Paradise, la obra de José Luis Vargas, la
cual impacta por su monumental escala y su temática política y social. En un
ameno diálogo con Rovira, éste me habló con evidente entusiasmo de cómo Vargas
ha ido transformando su propuesta, de una en que tomaba pinturas haitianas que
compraba e intervenía con elementos de su creación hasta convertirlas en su
propia propuesta artística, a una en que dejó a un lado el apropiacionismo del
que partía, optando por producir él mismo incluso la “pintura haitiana” de
base. Expresó Rovira que Vargas ha internalizado el lenguaje de los artistas
haitianos y su manera muy propia de concebir el paisaje, pero
recontextualizándolo en la realidad puertorriqueña, reflejando las
preocupaciones y problemáticas propios a ésta. En una de las piezas, se
identifica la pregunta “¿Cuándo?” y la respuesta “Todavía”, para aludir a la
pregunta perenne del puertorriqueño que reclama saber cuándo se definirá el
status de la Isla y finalizará su condición colonial. La respuesta de “Todavía”
que sale de las entrañas del paisaje representado es un símbolo de lo arraigada
de esa incertidumbre, la cual surge de las interioridades de la tierra misma
que, ya inmersa en los dramas del Siglo XXI, reclama conocer lo que es una
realidad cotidiana fuera de los cauces del colonialismo. En el paisaje, el
artista le sugiere al espectador una bandera, sirviendo de asta el tronco de un
árbol, y, de la bandera, un ominoso y temible ser que parece transitar por el
paisaje en forma horizontal, en una posición en relación con el tronco que
parece como si fuera la bandera misma. Pinceladas circundantes de blanco, azul
y rojo sugieren los colores de las banderas, tanto de la de la Isla como de los
Estados Unidos.
Obra de José Luis Vargas / Roberto Paradise (San Juan, P.R.)
En la pieza “El Museo de Historia Sobrenatural” se
representa a una isla/islote, dominado su paisaje por un ser misterioso de
dimensiones monstruosas que siembra el terror y se erige como figura temible y avasalladora.
El artista denuncia un estado de alucinación colectiva producida por el influjo
de fuerzas sobrenaturales que se imponen sobre el devenir normal de los
acontecimientos políticos y sociales de un Pueblo. Su manera mística de
presentar el colonialismo le da una dimensión diferente a los elementos mágicos
y de hechicería tanpresentes en representaciones artísticas haitianas
tradicionales. Trasladada a nuestra realidad, el artista presenta los mismos
monstruos y hechizos, pero con una carga política de denuncia.
Obras de Guillermo Rodríguez / La Estación
Espacial (San Juan, P.R.)
En la sección de “Mecanismos”, ubicada en la estructura
contigua al edificio principal del Conservatorio, resultaba evidente el
entusiasmo ante las propuestas de artistas emergentes que pusieron su alma en
proyectos especiales que merecían la más respetuosa consideración. Mi parada en
La Estación Espacial (San Juan, P.R.) me permitió la oportunidad de reconectar
con la encargada del espacio, Iberia Pérez González, estimada amiga de finísimo
intelecto y conocimiento artístico que conocí hace más de diez (10) años cuando
ésta era asistente en Obra Galería Alegría. Pude deleitarme en el exquisito y
retante diálogo con una profesional que acaba de regresar a la Isla luego de
una década, durante la cual, entre otras cosas, efectuó sus estudios doctorales
en Historia del Arte en la Universidad de Essex. Me causa honda satisfacción
saber que, cuando mucho de nuestro talento más granado se aleja de nuestras
costas, otro regresa, con el ánimo y entusiasmo de formar parte de un cambio
social decisivo, profundo y definitorio. No podía alejar de mi mente la
brillante exhibición “Espejos adentro, espejos afuera”, de pinturas del artista
ecuatoriano Osvaldo Guayasamín en 2005 en el Museo de las Américas, de cuyo
éxito Pérez González fue parte instrumental con una labor de curaduría de
ensueño.
Obras de Chaveli Sifre / La Estación
Espacial (San Juan, P.R.)
Con la agudeza intelectual que la caracteriza, Pérez González
me presentó las esculturas “naturales” de Chaveli Sifre, en un innovador y
original concepto que la artista denomina “Coconut Bombs”. Se trata de cocos
reales, los cuales cuentan con un tapón para evitar la salida de un líquido
aromático, un auténtico perfume, que apela al sentido del olfato, mientras a su
vez los extractos de coco son susceptibles de ser degustados, por servir su
contenido igualmente de bebidas de consumo. Pérez González me habló también de
las esculturas de piso de Guillermo Rodríguez, consistentes en pedazos de brea
que el artista consigue en la calle y a los cuales les aplica interesantes
colores con esmalte de uñas, haciendo interactuar dos objetos que son derivados
de petróleo. Me presentó, además, la interesante obra pictórica/escultórica de
Javier Bosques, en la cual Bosques intervino unas auténticas telarañas que
adhirió al soporte pictórico para intervenirlas con color, formando unas líneas
interesantísimas que se presentaron como un diestro dibujo natural, matizado
con el color aplicado por el artista. Sin duda alguna, se trata de un atractivo
e interesante trabajo colaborativo entre la araña y Bosques.
Me despedí de Pérez González con el recuerdo en la mente
de nuestra conversación sobre los profundos cambios vividos por nuestra
sociedad en la última década y, cuando tuve la oportunidad, rescaté su ensayo
“Guayasamín: entre la forma y el contenido”, y pensé cuán atinadas a nuestra
situación actual son sus palabras finales en el mismo:
“Apunta Luis María Anson: ‘…hay que poner un espejo
delante de la sociedad en la que se vive y hay que penetrar hasta el fondo en
ella’. Los espejos pintados por Guayasamín nos permiten penetrar en un abismo
oscuro y profundo que a veces desearíamos no haber conocido. Empero, la fuerza
de su propuesta plástica nos obliga a ser conscientes de una realidad que nos
interpela a través del tiempo y nos remite al lugar donde la solidaridad es la
lucha por la liberación del otro”.
Obra de Javier Bosques / Km. 0.2 (San Juan, P.R.)
Abandonada La Estación Espacial, llegué al Km. 0.2 (San
Juan, P.R.), donde atrajo mi atención una escultura en hierro de Javier
Bosques, el mismo artista representado en La Estación Especial con el inusual
dibujo con telaraña, pero esta vez me causó curiosidad una especie de caja
formada por pedazos de esas rejas que con tanta prominencia se apreciaban en
los setenta y los ochenta en las múltiples urbanizaciones de clase media que
proliferaron en Puerto Rico. Uno de los gestores del espacio, el extraordinario
artista KarloAndrei Ibarra, me explicó que la escultura de Bosques alude a esa
explosión desmedida que se dio en el sector de la construcción en nuestra Isla.
Explicó que, en un inicio, la arquitectura surgió para proveer una vida digna a
la clase media, pero que, con el paso del tiempo, la arquitectura pasó de lo
decorativo, a convertirse en un muy necesario mecanismo de seguridad para el
ciudadano que se sentía amenazado por una criminalidad que crecía en espiral,
como un indeseable producto derivado del progreso material mismo.
Obras de Santiago Pinyol / Km. 0.2 (San Juan, P.R.)
Obra de Roberto (“Yiyo”) Tirado / Km. 0.2 (San Juan, P.R.)
Ibarra también me presentó las obras del colombiano
Santiago Pinyol y del puertorriqueño Roberto (“Yiyo”) Tirado. La obra de Pinyol
versa sobre el principio de la imagen, pues la obra artística, al concebirse,
parte de líneas. En la obra de Pinyol, se aprecia el espacio negativo tan
prominentemente como la línea, y el acrílico tiene el efecto de reflejar al
artista y al espectador, lo cual completa el ciclo de apreciación estética. Su
trabajo es sobre el inicio de la obra y la elocuencia del silencio. Tiene ecos
de las ideas de la Bauhaus de Weimar; de la geometría idealista teosófica de
Mondrian y de sus diseños pulcros, espiritualistas, aspirantes a un nuevo orden
social en que el arte jugara un papel neurálgico. Por su parte, la obra de
“Yiyo” Tirado, la cual le valió ser seleccionado ganador de una residencia en
Mana Contemporary, en Miami, Florida, y una exhibición durante la edición de
2017 de Miami Art Week, es una deliciosamente asimétrica pieza en varillas de
construcción, la cual representa paisajes industriales. Su obra presenta un ghettode cemento; paisajes desfasados
que se salen de sus cauces y que, salidos fuera de su registro, expresan
elocuentemente el problema del desparramamiento urbano.
Obra de Rogelio Báez / Out of Space (San Juan, P.R.)
Unos pasos después, en el espacio de Out of Space (San
Juan, P.R.), me encontré con el querido artista Rogelio Báez, a quien no había
visto hacía años, y quien compartió espacio con los igualmente talentosos Omar
Velázquez y Rigoberto Quintana. Fue un verdadero placer hablar con Rogelio, y
escuchar la dimensión tan profunda y de inteligente contenido político-social
con que ha dotado sus obras. Sus impactantes y expresivos lienzos, de gran
pastosidad y un atractivo e irresistible gestualismo, presentan importantes
edificios oficiales locales amenazados en su integridad por explosivos que, a
un nivel literal, anuncian su destrucción física y, a un nivel metafórico, sugieren eventos
iconoclastas conceptuales e ideológicos, desestabilizadores del “orden”de lo
conocido para dar paso a un muy necesario nuevo comienzo. Para el artista es
tan importante la experiencia arquitectónica y reflexión sobre el espacio, como
lo es el discurso de cambio social que, en alguna medida, pudiera parecer una amenaza
a la historia de cada edificio, pared, jarrón, mobiliario, y cada elemento
constitutivo de estructuras que representan un viejo orden en el cual el
artista detecta fisuras y ruina que deben ser restauradas.
Obras de Omar Velázquez / Out of Space (San Juan, P.R.)
Obra de Rigoberto Quintana / Out of Space (San Juan, P.R.)
La obra de Omar
Velázquez, por su parte, seduce al espectador por su brillo, color y la densa
aplicación de pigmento en balance con áreas planas. La arquitectura y el
comentario social son centrales a su propuesta, y plásticamente se detectan
afinidades con Ed Ruscha, mas sólo en apariencia, pues el comentario social de
Velázquez es incisivo y punzante, lo cual lo coloca en una categoría muy propia.
Por su parte, Rigoberto Quintana presentó esculturas simulando escombros de
concreto, sobre los cuales parecen caminar hormigas que trabajan
incansablemente en la labor de reconstrucción social del Pueblo, desde las
entrañas de la colectividad. Nos recuerda su propuesta la reflexión de
AnselmKiefer consistente en que de los escombros de la destrucción emerge un
nuevo comienzo.
Muy cerca de Out of Space, visité el espacio de Sofía
Reese Del Río (New York/Culebra), donde quedé embelesado con la obra de Frances
Gallardo. La misma representa una invasión de mosquitos que parecen moverse en
espiral, de Norte a Sur, y de Oeste a Este. La elocuente artista me habló del
paciente trabajo de dibujar a bolígrafo en papel cada mosquito, los cuales
luego transfirió digitalmente, adhiriéndolos individualmente a la superficie
con alfileres. Para Gallardo los mosquitos siempre han representado el
tránsito, el movimiento, la impermanencia. Los ve como abstracciones que
sabemos nos circundan; los escuchamos y sentimos, pero nunca llegamos a verlos
cara a cara. Los presenta plásticamente como grafismos, y ve en su movimiento
en espiral un paralelismo con la migración, pero una que discurre de Norte a
Sur, de Oeste a Este; de Estados Unidos a Puerto Rico.
Obra de Frances Gallardo / Sofía Reese Del Río (New York/Culebra)
En este estado discursivo me encontraba cuando se me
acercó una periodista alemana que me explicó que había llegado a la feria para
tratar de obtener atisbos de las preocupaciones del pueblo puertorriqueño
expresadas a través de sus artes. Me indicó la periodista que le había sido
asignado efectuar un reportaje sobre Puerto Rico y que, al enterarse de la
primera edición de MECA, quiso conocer de primera mano las expresiones artísticas
contemporáneas del patio para tratar de entender mejor el alma del pueblo y
cómo el puertorriqueño se ve a sí mismo, ello a través de sus artes. Tuvimos un
diálogo franco y espontáneo en que resultó inevitable discutir la Ley PROMESA;
el escenario atípico de una Junta de Supervisión Fiscal y la amplitud de sus
poderes; la interacción de las subdivisiones políticas, agencias y municipios
del entramado gubernamental con una nueva superestructura que cuenta con el
poder legal para imponerse en áreas que antes dependían de la voluntad y el
imperio de los organismos locales, lo cual le hace plantearse y replantearse al
puertorriqueño muchas preocupaciones que tienen que ver con identidad, sentido
de amor propio y su visualización del derrotero que como
Pueblo oteamos en el horizonte, entre otras inquietudes. Ante su pregunta de
cuál yo podía identificar como el elemento que hace la producción local
distinta de la de cualquier otra parte del mundo, le indiqué, de la manera más
honesta que, si bien el artista puertorriqueño está al tanto de las diversas
corrientes artísticas a nivel global, y las incorpora a su quehacer, hay unas
preocupaciones comunes a los hijos de esta tierra sobre una realidad en
transición que, indefectiblemente, coloca al artista puertorriqueño en la
necesidad de plantearse, definir y reconciliarse con su identidad nacional;
hurgar cuál es su lugar en una nueva sociedad y en un nuevo orden; expresar
cómo se ve ahora y cómo quiere verse en unos años. Le indiqué que el arte local
necesariamente aborda la política y las luchas; la heterogeneidad de
pensamiento; el orgullo patrio, pero también la duda; y que, como seres
humanos, tenemos expresiones de angustia existencial que compartimos en calidad
e intensidad con el resto de la humanidad, pero, por nuestro origen nacional e
historia común, igualmente albergamos en nuestro interior una angustia regional
que sólo podemos entender los habitantes de la Isla, independientemente de la
ideología política de cada cual. Le expresé que esas fuerzas en tensión
necesariamente inundan las propuestas de nuestros artistas, pues son ideas en
constante ebullición que siguen dando vueltas en nuestra alma colectiva hasta
que alcancemos una muy necesaria definición de lo que queremos y deseamos.
Sencillamente, el artista no puede dejar de ser lo que es. Es puertorriqueño y
eso matiza su producción, por lo que su obra lleva ínsita los amores,
desamores, resentimientos, convicciones y dudas que, con variaciones
individuales, laten en el alma de cada hijo de esta tierra, ello
independientemente de cómo cada cuál conceptualice el futuro político de
nuestro Pueblo, y su relación con Estados Unidos.
En mi tránsito entre “Mecanismos” y el espacio principal
de exhibición, tuve el privilegio de sentarme a dialogar y compartir un
gratísimo momento con mi querido amigo, el Lcdo. Roberto Blanes Ibarra, y su
hermosa y amada hija Elena, de casi cuatro años de edad. Nos sentamos a
degustar un delicioso almuerzo y a sorber refrescantes bebidas en un entorno
que sentimos había adquirido el matiz de una feria tradicional, con el regocijo
y ambiente festivo y placentero al alma propios de esas ferias de luz y color
que descubrimos cuando niños y que, desde entonces, se aferran al recuerdo y se
recrean a la menor provocación, cuando, ya en nuestros años de adultez,
quedamos inmersos en algún ambiente similar. Vi disfrutar a la distinguida y
respetada Hiromi Shiba, en compañía de su nieta, de edad similar a Elena,
entablando ambas niñas una instantánea amistad, encendida por una feliz
coincidencia en MECA. Divisé a Judith Zorzy, a quien sólo había visto en fotos,
y la saludé con una sonrisa, como si la hubiera conocido anteriormente. Aunque
ella no me conoce, yo sí sé de ella y de su amor por nuestras artes. La vi radiante en su disfrute de una actividad
en que el más selecto arte joven local contemporáneo se reúne, y confirmé en su
sonrisa su satisfacción con la actividad y su persistente amor por el arte
puertorriqueño, el que promueve con ahínco y convicción fuera de nuestros lares,
específicamente en Estados Unidos.
MECA (Mercado Caribeño) International Art Fair
Quise, como colofón a mi experiencia en MECA,
intercambiar unas palabras con Mariángel, pues sentía que debía cerrar la
experiencia con una nota tan cálida y significativa como la que ella me regaló
al principio, cuando me dio la bienvenida. Su satisfacción ante el saldo total
del primer capítulo de MECA no podía ocultarse. Me explicó cómo todo ese
esfuerzo de autogestión, contra viento y marea, rindió fruto. Cuando le indagué
qué haría distinto, ya con la experiencia ganada de su primer esfuerzo con MECA,
me contestó que aspiraba a conseguir auspicios para que la cuesta no resulte
tan empinada la próxima vez. Me indicó que entendía que los espacios locales
lograron ventas, y que los expositores de otros lugares, si bien aún con
precios altos en comparación con los de espacios locales, mostraron
flexibilidad para tratar de ajustarse a las realidades del mercado local.
Destacó Mariángel con particular entusiasmo que la gente fue con el propósito
de disfrutar y ver arte, y que la experiencia fue emocionante y enriquecedora
para personas no acostumbradas a exponerse a nuestras expresiones plásticas. De
eso se trata; de que cada cual tenga su relación de intimidad con el arte, pues
el único requisito para derivar beneficios de la experiencia estética, es
contar con un alma sensible. Quizás climas económicos retantes como el que
vivimos exacerban en los espectadores esas pasiones dormidaspor la belleza y por
el arte más excelso que puede producir el genio creativo humano. Vivimos en un
momento en que el arte se ha democratizado y cada opinión, cada insumo, cuenta.
Todos tenemos derecho a experimentarlo y disfrutarlo sin temor a expresar cómo
lo percibimos, pues en este ejercicio no hay respuestas incorrectas y lo que
importa es qué expresión artística mueve el mundo interno de cada cual. Es por
esto que MECA merece nuestra confianza y nuestro apoyo, pues se trata de un
proyecto con sentido de propósito para una sociedad que merece recibir y
disfrutar de buenas noticias. Hay un caudal de talento patrio que vimos en
efervescencia, en ebullición, y es justo que ese talento pueda desplegarse con
libertad, sin cortapisas innecesarias ni la indiferencia del colectivo social
del que forma parte. Nuestros artistas merecen ser apreciados y hacer carrera
en su suelo. Tenemos la gracia, además, de contar con gestores culturales de
pujanza que también merecen nuestro auspicio y colaboración, de modo que nos
puedan regalar una segunda edición de esta prometedora feria. A los
organizadores, artistas y visitantes, nuestro agradecimiento por hacer MECA una
realidad, y nuestro mejor deseo de quemuchas alegrías más toquen a sus puertas,
pues el pueblo puertorriqueño merece estar de feria. Nuestra Isla es la meca
del Encanto por alguna razón; no podemos, ni debemos, olvidarlo.
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