Por Lic. Luis Cotto Román / Abogado de una firma legal en Puerto Rico, coleccionista y amante del arte.
Desde niño, Raúl Esterás se ha cobijado con el manto de la noche por interminables horas, regodeándose en la quietud y la placidez de ese insondable espacio externo de penumbras, refulgentes destellos de luz, y mundos desconocidos que ubican en regiones más allá de su muy vívida imaginación. Esterás inclina su oído a los “sonidos del silencio” y busca en el firmamento atisbos de su humanidad y su lugar en el universo. Mirando hacia afuera ha descubierto lo inevitable que resulta redondear ese proceso de exploración con la más retadora búsqueda: la de su yo interno. Así se permite descubrir sus propias penumbras; dejarse irradiar por sus destellos de luz; y tratar de acercarse a la comprensión de los mundos desconocidos que puedan residir en las honduras de su ser.
En lo estático y silencioso de la noche,
como él mismo describe la atmósfera en la parte final del día, Esterás
incursiona en el cuestionamiento más inquisitivo sobre la razón de ese mundo
tan avasallador y misterioso, mientras reconoce su finitud sin soslayar su
convicción de que su ser finito es parte de un universo infinito. Con diestra
ejecución y carácter visionario, el artista ha sido capaz de materializar en
sus obras esas inquietudes esotéricas, filosóficas y de teoría científica que,
por abstractas, le resulta un reto mayúsculo insuflarles concreción a través
del trabajo artístico. No puedo dejar de
hacer hincapié en lo admirable que resulta su gesta, pues sus preocupaciones y
planteamientos existenciales son profundos y amplios, por lo que lograr
traducir al mundo sensible lo que se halla en el mundo de las ideas que visita
en la serenidad de la noche, es algo que el propio Platón hubiera descartado
como inalcanzable.
En busca de señales de vida, 24" diámetro, Madera/ metal/ pintura
No hay vano artificio ni efectismo gratuito
en la obra de Esterás. Sus objetos
artísticos, que no admiten encasillamiento en un medio particular, pero que
entroncan más fluidamente con la escultura, constituyen finas y exquisitas
creaciones artísticas delicada y diestramente trabajadas en madera. Sus
creaciones son extraídas por el artista de la madera y expuestas al relieve,
con alternancias entre protuberancias y hendiduras; respetando el artista en el
proceso el medio utilizado no obstante la imbricación del mismo con el metal,
como es el caso de la utilización de tornillos y hierro. Esterás matiza ese
maridaje de madera y metal con el más sobrio color negro evocador de esa noche
cuyos enigmas intenta revelarnos.
Cada pieza que compone la muestra es
expresiva, conceptualmente inteligente, densamente matérica, irresistiblemente
delectable, y tatuada con el imprimátur del misterio y misticismo de esa noche
en que Esterás vive sus mejores momentos y su más profundo ejercicio de
auto-conocimiento. Analizadas una a una,
cada escultura revela una concepción e inquietud distinta que Esterás tiene
sobre la noche y el espacio en que ésta se despliega. Vemos en su elocuencia matérica en la madera
efectivas alusiones a la superficie lunar o de algunos astros que hayan
capturado su atención; su admiración por la sofisticada y avanzada tecnología
utilizada para la exploración del espacio; la incógnita del ser humano sobre
los “agujeros negros” o el “puente Einstein-Rosen”, que en esencia plantea una
solución que viabilizaría, al menos teóricamente, el conectar dos regiones
diferentes del espacio-tiempo, ello a través de un túnel que podía servir como
atajo. En fin, nada escapa al ojo curioso
y fino intelecto de este extraordinario artista.
Antes de conocer su propuesta en
“Observaciones Nocturnas”, mis sentidos habían quedado irremediablemente
cautivados por la magia de la obra de Raúl Esterás. Advertía que, incluso en obras en que la
paleta resultaba más brillante cromáticamente que la de la presente muestra, el
artista se mostraba particularmente diestro en transmitir preocupaciones de
gran profundidad y dejaba traslucir un velo de misterio en cada propuesta. Su obra me resultaba en extremo poderosa por
sus expresivas texturas; sus niveles y desniveles; simetrías y asimetrías; el
atractivo contraste de madera, metal y pintura; y, al mismo tiempo, por la
forma en que Esterás podía conjugar esos elementos que parecen ser a simple
vista nada más que material, en creaciones que desarrollan una mente y voluntad
propia al punto en que inquietan al espectador de un modo decisivo, profundo e
inteligente. Ciertamente, aunque ya
había estado en contacto con la obra del artista y admiraba la misma, aguardé
con entusiasmo y alto sentido de anticipación su propuesta en “Observaciones
Nocturnas”, pues en mi ánimo no albergaba duda de que sería el beneficiario de
una propuesta retadora, lúcida y coherente.
Vínculos, 48”x56", Madera/pintura
Su lenguaje tan avanzado y personal en la
escultura anuncia que sus influencias, si bien innegables, sencillamente
constituyen parte de la materia prima con la cual Esterás ha construido un
concepto artístico único y singular, inconfundible con el de cualquier otro artista. Como buen autodidacta que sabe
que dicho calificativo no es sinónimo de ausencia de estudio, sino del más
serio estudio fuera de las estructuras lectivas tradicionales, el artista
reconoce sus afinidades e influencias, ello aunque comenzara trabajando de una
manera intuitiva cuando afortunadamente cayeron en sus manos pedazos de madera
y metal con los que fue forjando su lenguaje artístico hasta llegar a la madura
expresión con la cual nos deleita en esta muestra. Una vez identificadas esas afinidades, se
nutrió de las propuestas de los artistas que detentaban similares
preocupaciones formales y conceptuales a las suyas, como es el caso del
italiano Alberto Burri, quien utilizó en su obra materiales modestos y diversos
en la mejor tradición poli-materialista italiana, perfilando varios efectos
materiales y ampliando los límites de la pintura plana. Advertimos, además,
particulares congruencias con el finísimo Constructivismo de Tatlin y
Lissitzky. A nivel local, nos llega a la mente la obra de Lope Max Díaz,
exponente de la segunda generación de artistas abstractos puertorriqueños,
quien integró a la pintura elementos asociados con la escultura, ampliando los
límites de la pintura de un modo similar a como Esterás acomete hoy día la
tarea de ampliar nuestra concepción de lo que es, y debe ser, la escultura como
medio.
José Bonilla Ryan, Sin título, CIRCA 1990s
Oleo sobre masonite, 41 ½ x 27 ¾ inches
Jiménez – Colon Collection
Una asociación, sin embargo, que me resulta
inevitable al apreciar el trabajo de Esterás, y la cual no he podido borrar
desde que visité su extraordinaria muestra en The Art Room, es la que hago
con la obra del legendario José Roberto
Bonilla Ryan, ya desaparecido, quien a través de su pintura exploró el mundo de
las lunas y el poder misterioso y alucinante de su fulgor y su energía en el
ser humano. Bonilla Ryan desarrolló una
iconografía lunar de gran impacto visual y anímico; de una fuerza expresiva sin
parangón y una eficaz representación plástica del influjo de la luna sobre el
ser humano, el cual muchos pueden entender mejor en estos días, cuando nos ha
sido dado el poder maravillarnos con lo
que ha sido llamado la “Súper Luna”. Este fenómeno, que se desarrolla el mismo
día en que plasmo por escrito estas reflexiones, se configura por una luna en
su fase llena y con particular cercanía a la Tierra en su movimiento elíptico,
presentándose al ojo humano cerca de 14% más grande y 30% más brillante de lo habitual,
en una magnitud y brillantez no vistas desde el 25 de enero de 1948 y que no se
podrá apreciar de modo similar sino hasta el 25 de noviembre de 2034. Al igual
que Bonilla Ryan, Raúl Esterás ha mostrado la sensibilidad de sumergir su
talento y visión artística en experiencias y misterios de la naturaleza que
otros evaden por la magnitud del reto que representa abordar y hacer tangibles
esas experiencias y misterios.
En otro punto de convergencia con Bonilla
Ryan, Esterás revela su genio a fuerza de puro talento y un inquebrantable
compromiso con su oficio, ideario que les garantiza a estos humanistas y
filósofos de las artes el abandonar la zona reservada a los secretos mejor
guardados del arte patrio. Sencillamente,
la monumentalidad de sus propuestas impide que éstas permanezan en la quietud y
el silencio que Esterás tanto valora para encontrarse con sus musas y con las
inquietudes que mueven su trabajo creativo. Para ambos artistas, la fuerza de
su mensaje se erige como objetivo principalísimo, sobre cualquier consideración
de reconocimiento personal. Al no comprometer la integridad de su mensaje,
artistas como ellos desarrollan la paciencia para que la gente los reciba en el
tiempo debido, no cediendo a la tentación de diluir sus propuestas en aras de
que las mismas sean acogidas con mayor celeridad y el mercado los abrace por el
ofrecimiento de obras más comerciales. Cuando se opera impelido por grandes y
profundas convicciones, el resultado inevitable es la producción de obras de
peso y trascendencia.
Con “Observaciones Nocturnas”, Esterás se
presenta en el panorama artístico puertorriqueño como un talento auténtico,
maduro, y con un cuerpo de trabajo consistente en la calidad que le ofrece al
espectador. En una feliz coincidencia,
de manera simultánea dos artistas jóvenes de peso y un lenguaje muy propio en
sus respectivos medios, mantienen exposiciones que constituyen sin duda alguna
la delicia de los amantes del buen arte.
En la Galería de la Universidad del Sagrado Corazón, Melvin Martínez ofrece
“Silvestres”, muestra en que despliega telas blancas esencialmente
monocromáticas de gran densidad en el pigmento y con efectos cuasi escultóricos
con alusiones a finísimos textiles, explorando en el proceso los límites de la
pintura y la relación del artista con el medio.
Por su parte, en The Art Room, Esterás nos obsequia unas inteligentes y
cautivadoras “Observaciones Nocturnas” en que la escultura cuestiona sus
propios límites, dialogando con la pintura, la poesía, la filosofía y la
ciencia, expresando íntimas musitaciones que sólo se revelan con claridad a
través del negro manto de la noche.
Los 4 Astros, 17x17", Madera/ metal/
pintura
Observaciones Nocturnas se mantendrá en
exhibición en The Art Room, en la Calle Navarro #53 en Hato Rey, hasta el 30 de
noviembre de 2016. Para más información,
puede comunicarse al (787)962-3443.
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