Vista de la exposición / Foto cortesía del artista
Por Lic. Luis Cotto
Román / Abogado de
una firma legal en Puerto Rico, coleccionista y amante del arte.
En su transitar por el fascinante mundo del arte, no resulta infrecuente que el coleccionista y entusiasta se encuentre frente a rutilantes estrellas que, quizás luego de algunos fugaces destellos de brillantez, penosamente se conviertan en satélites que giran en su propia órbita de sequía creativa, sin nuevos discursos, y sustituida su otrora fecunda creatividad con ejercicios desafortunadamente mecanizados, manidos y gastados. Cuando el desánimo amenaza con ejercer su imperio en nuestra mente y llevarnos a pensar que el arte quizás no sea otra cosa que una repetición de viejas fórmulas, surge sin anuncio previo y sin anticipar, algún talento singular, monumental e irrepetible que nos hace repensar nuestras conclusiones, pues tiene la capacidad de comunicarnos verdades profundas a través de poderosos lenguajes plásticos que nos resultan nuevos, retantes e inquietantes. Esos contados artistas con los cuales pudiéramos toparnos en alguna ocasión en nuestras vidas, despiertan nuevamente nuestras reacciones y respuestas al arte y nos devuelven esa capacidad de maravillarnos que creíamos extirpada por el aletargamiento que puede producir a nuestros sentidos el exponernos a trabajo sin inspiración, alma ni compromiso vital.
En su transitar por el fascinante mundo del arte, no resulta infrecuente que el coleccionista y entusiasta se encuentre frente a rutilantes estrellas que, quizás luego de algunos fugaces destellos de brillantez, penosamente se conviertan en satélites que giran en su propia órbita de sequía creativa, sin nuevos discursos, y sustituida su otrora fecunda creatividad con ejercicios desafortunadamente mecanizados, manidos y gastados. Cuando el desánimo amenaza con ejercer su imperio en nuestra mente y llevarnos a pensar que el arte quizás no sea otra cosa que una repetición de viejas fórmulas, surge sin anuncio previo y sin anticipar, algún talento singular, monumental e irrepetible que nos hace repensar nuestras conclusiones, pues tiene la capacidad de comunicarnos verdades profundas a través de poderosos lenguajes plásticos que nos resultan nuevos, retantes e inquietantes. Esos contados artistas con los cuales pudiéramos toparnos en alguna ocasión en nuestras vidas, despiertan nuevamente nuestras reacciones y respuestas al arte y nos devuelven esa capacidad de maravillarnos que creíamos extirpada por el aletargamiento que puede producir a nuestros sentidos el exponernos a trabajo sin inspiración, alma ni compromiso vital.
Aunque podamos carecer del nombre
preciso para designar esas nuevas metanarrativas y códigos plásticos que nos
presentan esos talentos únicos que habíamos perdido la esperanza de encontrar
en nuestro camino, sabemos que su arte nos mueve de un modo visceral, auténtico
e intenso. Ese es el estado de
convicción que ha producido en mi ánimo y en mi siquis el descubrimiento de la
obra de Jorge Rito Cordero
.
Elizam Sicodélico / / Foto cortesía del artista
Puedo afirmar con honesta convicción
que Jorge Rito representa un hito en la evolución de las artes plásticas
patrias, pues su presencia en el panorama artístico puertorriqueño nos ha
obligado a sacudirnos de esa costumbre
de mirar con automatismo las expresiones artísticas que desfilan ante nuestros
ojos y nos ha requerido mirar bajo un nuevo crisol lo que son nuestras artes, y
lo que pueden continuar siendo, si se produce una obra anclada en, y
comprometida con, lo que somos como Pueblo y lo que podemos aportar a la
evolución de las artes universales desde una visión nacional propia,
identitaria y auténtica. Jorge Rito nos
ha retado, incomodado y conmovido con una obra conceptualmente inteligente y
diestramente ejecutada que, originaria de su insondable mundo interno, se nos
revela en su más amplia y rica gama de niveles interpretativos y de
contemplación estética, obligándonos a considerar la misma y someterla al tamiz
de nuestras emociones y de nuestro intelecto.
Si algo resulta imposible al colocarse frente a la obra de Jorge Rito es
ignorar una propuesta tan directa, honesta y comprometida como la que ha
logrado aglutinar en su cuerpo de trabajo.
Elizam Afrocaribailador / Foto cortesía del artista
El compromiso de Jorge Rito es consigo
mismo; con sus mentores; con la tradición que ha heredado; con la tradición que
reconoce no puede dejar pasar por sus manos inalterada en el mar de la historia
sin insuflarle su valiosa aportación; y con el pasado, presente y futuro de
nuestras artes.
Sólo se puede seguir añadiendo
páginas de esplendor al libro dorado de la historia del arte local, y abonar al
lenguaje plástico universal, cuando se conoce y respeta la tradición mas, lejos
de circunvalar alrededor de ella, se le toma como plataforma de despegue para
descubrir nuevos modos de pensar, actuar y hablar. Jorge Rito ha entendido que las
llamadas etapas de la historia no son otra cosa que capítulos y episodios
arbitrariamente creados por el ser humano que no pueden, ni deben, detener el
flujo del pensamiento de un Pueblo que, a través de sus artes, se mira a sí
mismo y encara sus amores, desamores, su dolor colectivo, pero también su
esperanza de transitar un sendero de luz para todos los hijos de esta tierra.
Jorge Rito hermana y conjuga con
fluidez generaciones y discursos humanos sin perder su autenticidad, dándose a
la tarea de ser iconoclasta, pero también restaurador, sin hacerse siervo de
trayectoria alguna de índole nacional; antes bien, tomando, repensando y
transformando su arte para crear nuevos códigos artísticos de comunicación que
sean comprendidos intergeneracionalmente.
Como quien entiende con plena
conciencia la responsabilidad que su propio nombre le impone de enaltecer a
través de su arte diferentes diálogos intemporales e hilvanarlos en el continuo
de la historia, Jorge Rito acomete la tarea de ritualizar un muy merecido
homenaje al destacado pintor puertorriqueño Elizam Escobar a través de varios
retratos que reflejan diversas facetas del artista, tales como la de El
Teórico, El Esquizofrénico, el Afrocaribailador, el Sicodélico, y el
Poeta. La ritualización de la vida de
Elizam comenzó de manera maravillosamente simbólica la propia noche de apertura
de la exposición “Retratos Detritus” en Galería Guatibirí en Río Piedras,
coincidiendo el evento con la fecha del apagón general que afectó a la Isla
completa. Reconociendo su
responsabilidad, Jorge Rito ritualizó la ocasión, llevando velas al recinto,
creando maravillosas penumbras e intensificando la experiencia estética, en
homenaje a su amigo y mentor. Con dicho
acto, Jorge Rito asumió su compromiso con el homenajeado y con los que allí se
congregaron, permitiendo que el público pudiera degustar impactantes retratos
con retazos de patinetas que ha utilizado previamente para elaborar otras
obras. Conjugando magistralmente
diversos lenguajes plásticos e influencias, Jorge Rito presentó ante nuestra
consideración retratos contemporáneos bellamente ejecutados con diversos grados
de reconocibilidad del referente (la figura de Elizam). Así, pudimos apreciar el Elizam Sicodélico,
pieza de colores brillantes que resalta la exuberancia de la figura de Elizam,
en que parte de los retazos sale de los confines del marco, de igual modo que
las ricas personalidades se las ingenian para rebasar clasificaciones y
encasillamientos; en fin, como perfecto retrato para un Elizam cuyo ideario
indoblegable no podía ser contenido en una prisión humana que pretendía acallar
la voz de su conciencia. Jorge Rito nos
muestra al Elizam Teórico, esta vez con un grado de reconocibilidad menguado y,
por ende, más retante. Además,
intensifica con gran efecto la descomposición de la figura en el Elizam
Esquizofrénico. Elizam Teórico y Elizam
Esquizofrénico presentan estados de racionalidad e irracionalidad extraña y
curiosamente hermanados, tanto en lo enrevesado de su composición para
demostrar el estallido de ideas en uno y otro estado de conciencia e
inconciencia, como por la utilización de marcos ovalados cuya forma parece
suavizar la combustión mental producida por los estados teórico y
esquizofrénico.
El
Bicicletero / Foto cortesía del artista
El Bicicletero es otra pieza de
singular belleza que, similar a El Sicodélico, metaforiza el espíritu libre del
retratado, tal cual evidenciado por la combinación de colores escogidos por Jorge
Rito y por la bicicleta en miniatura color verde que rebasa los confines del
marco.
Otras seis (6) piezas conforman la
muestra, en que resulta sorprendente la compatibilidad del lenguaje
contemporáneo del artista con marcos de corte más clásico. Jorge Rito impuso el estilo reconocidamente
propio que ha desarrollado, nutriendo el mismo, sin embargo, con ecos de
Arcimboldo y sus retratos compuestos por representaciones de frutas; así como
del Cubismo, tanto en la deliberada distorsión del referente como en la
incorporación de retazos a modo de collage, evocando el trabajo de Picasso y
Braque en el desarrollo de dicho movimiento.
Vemos igualmente retazos de Rembrandt y Carlos Raquel Rivera, con el
velo de misterio de sus penumbras y el carácter sombrío de muchas de sus
representaciones, pues sólo habiendo experimentado la más amenazante oscuridad
se puede experimentar la luz más intensa.
Propugna Arthur Danto que el Arte
después del final del Arte, el cual identifica con el momento en que Andy
Warhol presentó una escultura representando una caja de Brillo virtualmente idéntica
a la caja real que se vende en los supermercados, se caracteriza por la
eliminación de la línea divisoria entre arte y vida. Sin temor a equivocarnos, y haciendo
abstracción por un momento de la polémica filosófica de si ya hemos presenciado
el final de la sucesión de las metanarrativas y del arte mismo, o, por el
contrario, el arte continúa produciendo metanarrativas, podemos concluir que si
un artista ha logrado que veamos el arte como vida y viceversa, ese es Jorge
Rito Cordero. Su propuesta artística ha
sido consistente hace años en borrar esa distinción. Recordamos con admiración, y revivimos en el
Museo de Arte de Puerto Rico con cada visita, tanto a través de la obra
artística misma como de la documentación del evento en que la expuso
públicamente por vez primera, la Colecticleta Habanera, en que diversas
bicicletas fueron hechas partes de una sola unidad y se requería el pedaleo
colectivo de varias personas y su compromiso de mover con ellos a una persona
en silla de ruedas.
En la célebre Cafecleta, Jorge Rito
colocó una greca de gran tamaño sobre una bicicleta desde la cual el artista servía
café a las personas con quienes se topaba.
Jorge Rito, además, ha creado una maqueta para un proyecto de arte
público que pueda trasladar a distintos pueblos de la Isla, consistente en una
Bici-Rampa Nacional en la que niños y jóvenes puedan practicar sus deportes de
ciclismo y “skateboarding”.
Hace años viene trabajando sus
Máscaras Neotaínas, utilizando patinetas ya inservibles y escogiendo los
patrones de colores que desea para crear un producto artístico con resonancias
ancestrales utilizando el mismo objeto enviado por la metrópolis, pero
transformado en un producto con sello boricua informado de mensajes cargados de
lo autóctono.
Ese producto, sin embargo, recoge
diversas energías vitales: la del patinetero que se apodera de los espacios públicos;
la del artista y la nación que representa al elaborar un símbolo patrio; así
como la de los productores del objeto inicial antes de la metamorfosis a la que
lo sometió artísticamente.
De los retazos de tales patinetas
añade la figura de Elizam con la energía vibrante de sus diferentes estados de
ánimo y facetas que lo han distinguido. Sin lugar a dudas, “Retratos Detritus” es
una muy coherente y lúcida exposición de un talento muy singular con una
resonancia extraordinaria en el escenario artístico puertorriqueño, pero, más
importante aún, en la sociedad a la cual, de manera seria, respetuosa y
comprometida, sirve a través de su arte ritual para permitirle reconocerse como
colectivo social de valor cuyos días de mayor esplendor llegarán a fuerza de la
voluntad inquebrantable de un Pueblo que sabe que de los retazos se pueden
revelar hermosos y sublimes retratos.
La exposición
‘Retratos detritus’ se presento durante el mes de septiembre a octubre de 2016 en la Galería Guatíbiri, ubicada
en el #1003 de la Calle González, en
Santa Rita, Rio Piedras, Puerto Rico.
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