Deconstruyendo
las pelotas (Área, Caguas, 2014),
visitante
interactuando con pieza de Zuania Minier / Foto Raúl
Báez Sánchez
Por: Dianne Brás Feliciano M.A. / Gestora
cultural y escritora de arte independiente
Desde hace algún tiempo a raíz de actitudes y modus operandi que constantemente vemos en la escena del arte local
(aunque se observa también internacionalmente), así como en conversaciones con colegas
artistas, curadoras y críticos de arte hemos contemplado la necesidad de abrir
el debate en cuanto a cuál ha de ser la función de la curadora en la
contemporaneidad de la colonia.
Y es que, la figura del curador (gracias a la práctica de algunos)
se ha vuelto algo frívola. No escriben, no investigan, no cuelgan una pieza más
osan llevarse el título de curadores. Esta terrible tendencia como indiqué
anteriormente no se limita a nuestros círculos. Para quienes ejercen este tipo
de curaduría las artistas son un mero accesorio.
Nuestra apuesta es a una curaduría crítica y participativa. Para
organizar una muestra no basta con seleccionar obras y establecer el orden en
que se exhibirán. Es necesario investigar, y trabajar de la mano con los
artistas. El curador o la curadora no puede contentarse con fungir como un ente
pasivo, tampoco debe pretender que el público lo sea.
Tenemos que leer, tenemos
que analizar, y muy importante: tenemos
que escribir. Un buen ensayo curatorial refleja el trabajo teórico detrás
de la exposición, además de que deja un registro de la muestra. Otro elemento asiduamente
ausente en las exhibiciones es el programa educativo (así sea uno humilde).
Entendemos que, la curaduría en la coyuntura actual debe fungir como
herramienta pedagógica; no en el sentido castrante de entregar el contenido
masticado y digerido sino en el de abrir la puerta a la reflexión, a la
discusión y a la acción.
Es arduo el camino a recorrer para quienes creemos en la urgencia
de practicar esta nueva curaduría pero es el momento idóneo para aunar
esfuerzos y ejercerla cambiando la forma en que se cura, un show a la vez…
Concuerdo en lo que debería ser un curador, ahora no acabo de entender curadora en la contemporaneidad de la colonia
ResponderBorrarGracias Dianne por traer a discusión el tema sobre el rol del curador. Entiendo que la discusión se ubica en el contexto de nuestra Isla y quizás por eso mencionas lo de la colonia. Entonces al señalar ese aspecto viene la pregunta de si el hecho de que seamos una colonia, algo que entiendo no se debe poner en duda, incide en la forma en que se ejerce la práctica práctica curatorial en Puerto Rico y cómo ésta se proyecta a los públicos. ¿Se han visto limitados los curadores por las estructuras que corresponden a un sistema de gobierno colonial? ¿se nos han impuesto modelos que no son los que encuadran con nuestra realidad? ¿los curadores de la Isla estamos asumiendo nuestro trabajo para estudiar nuestro arte desde nuestra propia idiosincracia? ¿por qué hemos visto recientemente que al proyectarse nuestro arte en el espacio internacional,ha sido a través de curadores extranjeros? ¿por qué nuestra clase profesional no se ha insertado en el espacio caribeño, que para mí es el espacio al que directamente estamos más vinculados? Recomiendo que sigas expandiendo tus reflexiones sobre el tema, pues entiendo que la práctica de la curaduría en nuestro territorio tiene muchas vertientes para discutir. Por ahora, como anécdota, recuerdo la sala final de la exposición de Oller y su mundo transalántico en el MAPR donde se presentó un vídeo que recogía una visión idealizada de los puertorriqueños desde el filtro de una concepción de progreso que muchos cuestionamos.
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