Por Edwin Velázquez
Collazo
Este artista de Vega Baja nacido en 1969 no es desconocido en el
ambiente de las artes plásticas puertorriqueñas en el cual viene exhibiendo
colectivamente desde 1990. Con once exposiciones individuales en su haber ha
desarrollado un exquisito y maduro lenguaje plástico. Pero no les hablare de su
carrera artística, sino, de la más reciente serie de pinturas en pequeño y
mediano formato donde los animales son los protagonistas desde una óptica moral.
Un gran zoológico sacado de su pictórico corral bestiario y que me ha llamado
la atención por su insinuante minimalismo figurativo.
Emilio nos
presenta un mundo “orwelliano” donde podemos encontrar representados: el cerdo,
la guinea, el oso, la gallina, el colibrí, el salmón, la rata, el rinoceronte, el
perro, el conejo, el pez, el elefante entre otros participantes de esta rebelión
de animales alentados por el pincel de este artista.
Al igual que el
escritor cubano Nicolás Guillen nos presenta un “gran Zoo”, pero, este caso son
animales domésticos y salvajes como metáforas
pictóricas de la esencia humana. Vemos constantemente en ellas el simbolismo del
huevo como origen de la vida en el mundo animal, del cual también somos parte
la raza humana. En su peculiar bestiario Arraiza nos ofrece una exquisita serie
con representaciones de animales reales en un estilo que raya entre el dibujo
infantil y la ilustración posmoderna.
Unas pinturas donde
se entremezclan imágenes de animales
sobres fondos mayormente monocromáticos invadidos a veces con enigmáticas
huevos enteros o yemas con claras como símbolos de vida o muerte, de
lo que es y lo que fue. Un bestiario como advertencia de un mundo que se
transfigura ante la amenaza del ser humano como el animal más destructivo en la
humanidad. (Todas las obras son medios mixtos sobre lienzo)
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