¡La madre tuya! obra de Jomary Ramírez Segarra


Por: Carlos Ortíz / Estudiante de Historia del Arte, UPRRP

Parece difícil conciliar la ternura maternal con cuerpos desmembrados y re-ensamblados al estilo del Dr. Frankestein, pero la artista Jomary Ramírez Segarra se ha servido de estos elementos en su instalación Memory Shelter (Albergue de Memoria), expuesta en la Galería 209 del Departamento de Artes Plásticas de la Universidad de Puerto Rico (UPR). La exposición, inaugurada el pasado 11 de febrero y que permanecerá hasta el día 20, confronta al espectador con los límites de la sexualidad, el género y las estructuras de poder en el contexto doméstico. 



La joven artista, actual estudiante de la UPR y madre de una niña de tres años, se vale del espacio tradicionalmente reservado a la mujer para empoderarse subvirtiéndolo. Y es que la instalación emula el espacio doméstico incluyendo a un infante. La muestra recibe al espectador con un dibujo, en tinta sobre papel, de una butaca sobre la cual reposa una andrógina figura humanoide junto a un texto ininteligible. Línea negra sobre fondo blanco, marco blanco sobre pared blanca, pues el blanco impera en la obra. Si bien interrelacionadas, las otras tres piezas nos alejan de la pared siendo obras interactivas o penetrables que en conjunto constituyen una instalación. Una silla/libro artístico desdobla su cojín para alcanzar las tres orejas que, en la pared, se prestan a escuchar apretadas dentro de un pequeño marco barroco. Una cuna se descompone, suspendida en el aire, para permitir la entrada al espectador y remitirlo a una escena onírica en la que partes de cuerpos dispares, a base de yeso, son cosidos con cabello humano y otros medios. Además una especie de alacena blanca, alargada y estrecha se extiende horizontalmente en la pared. Dentro de ella una frase escrita con hilo colgante y sujeto a la pared por alfileres: El miedo debe ser tomado cautelosamente, acurrucarlo, cantarle una canción de cuna. Este es un recurso plástico (el hilo) que la artista lleva desarrollando más de dos años y que se ha vuelto característico en su estilo, haciendo del texto un elemento tridimensional.


Yo+ 3 Los únicos colores en la instalación están en telas o hilos, de lo que se desprende un feminismo no agresivo, sino que más bien pasivo-instructivo. La aguja ha sido históricamente una actividad reservada a la mujer y desde la cual han creado arte incluso antes de tener libre acceso al arte “formal”. Patricia Mainardi, en su libro “Quilts: The Great American Art” establece la voluntad artística femenina desde tiempos coloniales en Estados Unidos (e incluso antes) y cómo se manifestó mediante la confección de mantas (quilts). Y aunque la costura en Puerto Rico actualmente escasee, aún queda una memoria de ese pasado cercano cuando fue la industria en la que la que la mujer se unió a la fuerza laboral formalmente; Jomary ha venido a atestiguarlo cuando nos dice “…yo aprendí a tejer antes que a leer”. 




Pero la tela es solo uno entre los varios elemento que consolidan la instalación. Cada pieza es, representa o incluye un mueble y, por consiguiente, se relacionan en un juego entre presencia y ausencia de los seres que habitan el lugar. Y digo seres, pues las figuras de yeso reúnen miembros de ambos sexos, criticando la heteronormatividad. Esta es la parte más explícita de la obra ya que las criaturas se componen de partes de cuerpos adultos y su soporte es la cuna de un infante. El discurso de género es evidente y en él la construcción de roles sociales a base del sexo desde la niñez se cancela para dar paso a un espacio de reflexión. En este contexto Ramirez Segarra propone la maternidad como fuerza de cambio social. Por ejemplo la silla/libro recuerda la escena de la madre que lee a sus niños, pero la postura de piernas abiertas al sentarse, que exige el artefacto, es una mal vista en las mujeres pero no para los hombres. No obstante esta es la postura necesaria para dar a luz, de modo que juega con los roles y sus concepciones. La alacena, por su cuenta, encierra la llave del problema en su discurso: el miedo. Influenciada por La disputa del Género, de Judith Butler, y con una mezcla de dulzura y firmeza la artista se suma, desde la plástica, al debate actual; utiliza la casa y las relaciones de poder que allí se dan, como un espacio desde el cual corregir lo que considera erróneo en la sociedad. Cabe notar que la artista trabaja desde su casa y su experiencia, pues su estilo solo puede explicarse desde su persona y el espacio/tiempo en que vive. Y es que Jomary manifiesta, en sus propias palabras, “…que cada artista debe trabajar desde su experiencia y con honestidad”. Entonces del Refugio de Memorias parecen querer salir paradigmas futuros.




Fotos:  Memory Shelter (Albergue de Memoria) (suministradas)

Publicado en: Asociación de Estudiantes de Historia del Arte, UPR, RP

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